La mujer de su hermano - Grace Green
Argumento:
Cuando Sarah apareció en la casa de Jedidah Morgan con los dos niños, La bienvenida que éste les ofreció no fue demasiado agradable, y Jed les dejó bien claro que no tenía ningún interés en ellos. Hasta que tuvo el accidente y una amnesia lo convirtió en un hombre atento y encantador. ¿Pero qué pasaría cuando recobrara la memoria y se enterase del secreto que Sarah escondía?
Mi opinión:
Otra sorpresita que me he encontrado visitando la biblioteca...
Para mí, Grace Green era una piloto desconocida, que aparecía de vez en cuando en la lista de vuelos...
¡ Hay siempre tanta oferta y tan poco tiempo para volar que no me extraña que ignorara su existencia !
Pero, a veces, las casualidades existen y, me encontré con este vuelo y decidí embarcarme.
Llevo unos días muy afortunados, volando con verdadera ilusión y encontrando paisajes nuevos.
Paso a contar:
Aunque el título estaba ya muy visto, al no conocer a la Sra. Green, me entretuve a mirar el resumen y me llamó la atención. Me gusta mucho el tema de pérdida de memoria y dejaba entrever que había un secreto que traería problemas si era desvelado.
Hice varias conjeturas a lo largo del vuelo, pero no me acerqué para nada a la verdad. Así fue mucho más interesante.
No voy a contar nada de la trama porque hay varias sorpresas jugosas que son la guinda de este pastel. Así que la que se anime a volar, se lo va a pasar muy entretenido.
Para las amantes de las escenas eróticas, ya les aviso que el vuelo es light, sin embargo, merece la pena porque es tierno y romántico, y te deja una sensación de bienestar, de relajación (a pesar del suspense que flota alrededor), buen sabor de boca como se dice.
Y ganas de volver a volar con la misma compañía.
Mi puntuación será de un 7, a la espera de probar nuevas ofertas.
Una guinda del pastel:
-¿Un viejo? ¿Te parezco un viejo a los treinta y cuatro?
-Por supuesto. El macho de nuestra especie llega a su cúspide a los dieciocho y comienza a descender a partir de entonces. Las mujeres somos distintas, por supuesto. Llegamos a nuestra cúspide a los treinta y cinco.